Sí, amigos, esta imagen define perfectamente dos características importantísimas de los japoneses:
1) Avidez por hacer dinero.
2) Respeto a la ley.
2) Respeto a la ley.
Por lo tanto, se pueden permitir hacer negocios de esta manera. No sólo los clientes pagan lo que cogen, sino que además no roban la recaudación, que frágilmente cuelga de un alambre oxidado, en una lata de conservas, en una calle desierta.
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Cada vez que veo algo así, sólo hay una cosa que puedo sentir hacia mis compatriotas ex-conciudadanos (sí, quizás usted), sus dirigentes, y sus votantes (probablemente usted): pena y desprecio. Aunque eso ya lo sentía antes de venir a Japón.
Por otro lado, esto es infinitamente más de lo que yo espero de una sociedad. Me conformaría con muchísimo menos para mi país, la verdad. De hecho, no hubiera podido imaginar que un puesto callejero así pudiera existir en este planeta.
Y tengo que decir que esto no es raro de encontrar en las zonas rurales japonesas. Hay puestos así por las carreteras también. Increíble.
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